Tuesday, March 16, 2010

PAÍS SOÑADO

El país por nosotros soñado dibuja un Estado absolutamente descentralizado y extremadamente pequeño con una función moderadamente supervisora. Un país con un Poder Judicial exageradamente autóctono y radicalmente probo, donde los jueces sean escogidos y votados por los ciudadanos.

Es un país donde el poder comience por las asociaciones de vecinos y de ahí, hacia arriba; donde un alcalde es casi más importante que un gobernador y este último lo es más que el mismo presidente, quien cumple una función coordinadora de la administración general y se dedica de lleno a ejecutar una buena política internacional, sobre todo ahora, en un mundo globalizado y en una América retada por el ALCA.

Es un país sin trabas, sin controles más allá de los estrictamente necesarios. Donde la salud, la seguridad, la educación, las explotaciones mineras y petroleras y hasta la administración de las cárceles estén en manos privadas, debidamente supervisadas por el Estado, de acuerdo a proyectos emanados de estudios realizados por expertos del Primer Mundo.

Un país donde no se gaste un céntimo más del que entra y la moneda que corra sea el dólar norteamericano o el euro europeo, la moneda con la cual nos paguen y la que emplearemos para cancelar nuestras importaciones e inversiones sociales y civiles, lo que además serviría para que el Estado no sea tentado – jamás – a producir un centavo de dinero inorgánico.

Es un país en donde se premie la productividad de los ciudadanos y se castigue la desidia; donde gran parte del gasto público se dedique a la educación de la población, con un abrumador énfasis en la enseñanza a nivel de preescolar y primaria; donde se fomente la creación de escuelas y universidades privadas, debidamente subsidiadas y supervisadas por el Estado, obedeciendo un patrón y régimen adecuadamente estudiado e implementado; donde jamás se mencione la diferencia entre ricos y pobres, negros y blancos, indios y zambos... donde no haya fricciones entre hermanos y todos aspiremos - por igual - a la superación espiritual, intelectual y material, al tiempo que se respetan los más elementales derechos humanos.

Un país donde haya absoluta libertad de expresión, de pensamiento, de religión y de prensa. Donde las instituciones políticas sean sólidas y democráticas, representativas de las bases de sus respectivos partidarios.

Un país en donde se subsidie lo estrictamente necesario y los precios los dicten la oferta y la demanda, bajo una sociedad de mercado amplia y absolutamente libre, con la debida protección a la industria nacional y donde se diseñe un extenso y atractivo plan de exoneración fiscal temporal – de largo plazo - para aquellas nuevas industrias extranjeras que deseen ayudar a fomentar una agresiva política de pleno empleo nacional, siguiendo – así mismo – los proyectos elaborados por expertos del Primer Mundo.

Un país cuyo endeudamiento obedezca a un proceso de crecimiento y de mejoramiento de la calidad de vida del pueblo; donde los impuestos – recolectados con justicia y equidad - retornen a la ciudadanía convertidos en beneficios sociales y civiles.

Sería un país con un reducido y muy representativo grupo de legisladores que represente - en su justa medida - a las mayorías tanto como a las minorías... sin necesidad alguna de unas Fuerzas Armadas, pero con contingentes especializados compuestos por funcionarios profesionales, debidamente entrenados en materia de seguridad ciudadana, secuestros, desbordamiento de la seguridad nacional, contrabando, etc.

Un país donde los funcionarios que preservan el orden público, los médicos que atienden a la población menos privilegiada y todos los maestros reciban un salario digno y atractivo y los funcionarios públicos, en su mayoría, fuesen de carrera con un título universitario en administración pública, entrabando así el funesto “clientelismo político” que tanto daño les ha hecho a nuestros pueblos.
Un país donde los banqueros se dediquen a ser banqueros y el Estado garantice – en términos realistas y viables – los ahorros de los depositantes.

En ese país por nosotros soñado, no habría necesidad de mantener tantos ministerios y los que queden se encargarían, en gran medida, de la supervisión de proyectos aprobados por el Estado a las empresas privadas que opten por prestar sus servicios a la nación, luego de ser contratadas siguiendo un sagrado sistema de licitaciones y evaluaciones técnicas.

Un país donde los ingresos fiscales nacionales serían repartidos en su mayoría a los estados o provincias, de acuerdo a la población y a las riquezas propias de éstos/tas y exista un buen sistema – privatizado y debidamente supervisado – de seguridad social para nuestros ancianos y temporalmente desempleados.

Así, más o menos, sería el país por nosotros soñado. Por ese país - por nosotros soñado - fue que arriesgamos nuestras vidas y todos nuestros bienes... y pusimos en un inmenso aprieto a nuestras familias.

Movimiento de Resistencia Nacional
http://mrndevenezuela.blogspot.com/